domingo, noviembre 18, 2007

Luz y sombra de la condición humana / Luis González de Alba

Impresionante la crónica de Jonathan Pardiñas, enviado de MILENIO a Tabasco, el lunes 5: “Él nos estuvo avisando (el gobernador Andrés Granier) días antes de la inundación; nos rogaba que nos saliéramos, pero no le hicimos caso”. Lo exhortan: “¡Váyase a descansar!” porque saben que no ha dormido. A los propios reporteros les resulta difícil creer lo que ven y oyen, sobre todo no escuchar reproches contra el gobernador, así fuera los que dicta la desesperación.

Mientras esto ocurre, el PRD capitalino envía ayuda... a los municipios gobernados por el PRD y para que lo entregue la más grande chachalaca que abruma al país: el ya desorbitado López Obrador que acusa a diestra y siniestra, sin ver que él también dejó en el olvido la infraestructura hidráulica del DF, porque no se ve ni rinde votos, para realizar obras de relumbrón cuyo costo ha escondido celosamente, amparado por una servil Asamblea Legislativa. Los costos seguirán ocultos por diez años, pero dan idea algunos números bien conocidos: el PRD recibió el gobierno capitalino con una deuda de 12 mil millones de pesos, López Obrador lo entregó con una deuda de 44 mil millones de pesos. Casi el cuádruple.

En previsión de inundaciones en el DF, López Obrador ha recibido exigencias hasta de Marcelo Ebrard que ya echó sus barbas a remojar, como informó el martes 6 Reforma: “El jefe de Gobierno urgió a que la Federación destine recursos al nuevo Emisor Oriente, que requiere 12 mil millones de pesos”... a la Federación legítima cuya cabeza es López... ¿o no?

Granier es el gobernador priista que derrotó en su propia tierra al candidato, también surgido del PRI, que lanzó el PRD y tuvo el apoyo personal de López Obrador. Curiosamente, no ha vuelto a hablar de fraude alguno en esa elección ni en todas las que siguieron, por cierto.

En las crisis emerge lo mejor y lo peor de la condición humana: gente que trabaja sin descanso levantando bordos y entregando despensas, y gente que asalta joyerías, zapaterías y tiendas de electrodomésticos. Quizá en no pocas ocasiones son las mismas personas. Políticos que trabajan y otros que sólo buscan llevar las aguas del Grijalva a su molino con medias verdades y con embustes completos.

Es muy probable que por actos de corrupción las obras que debieron prevenir el desastre no hayan sido suficientes, pero también es cierto que cayó un metro de lluvia por metro cuadrado de terreno y eso no lo resiste nada; es igualmente verdad que hasta la luna llena, que ocurrió por azar en el momento de mayor proximidad con la Tierra , produjo una marea inusualmente alta que taponeó con un muro de agua la descarga de los ríos al mar; y no es menos cierto —aunque señalarlo moleste— que la población se negó a escuchar el insistente llamado de las autoridades, como se ha negado a evitar los asentamientos irregulares en zonas de alto riesgo promovidos, siempre y sin falta, por quienes medran con la pobreza, sea por motivos económicos o políticos, buitres de la pobreza.

Este último eslabón de la tragedia también tiene explicación variada y nada simple: desde el temor al pillaje, como ha estado ocurriendo, contra las casas y negocios abandonados, hasta el viejo y muy resistente antigobiernismo que no cesa de ver complots, mentiras y proyectos de atraco aun cuando el llamado se haga de buena fe.

Se dirá que “el que con leche se quema, hasta al jocoque le sopla” y es verdad: un pueblo al que no se le rinden cuentas, al que se engañó con obras de relumbrón en el DF mientras se abandonaba la infraestructura hidráulica y el Metro; al que por ley se le ocultan los costos de obras mal proyectadas y peor realizadas, no saldrá corriendo para subir al Ajusco cuando las autoridades avisen que la inundación capitalina está por llegar.

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